Hace 3900 millones de años existió Nibiru, el planeta intruso. Era un astro de aspecto rojizo, del tamaño colosal de júpiter. Lo llamaron el planeta del cruce, ya que las leyendas cuentan que fue arrastrado por el sol con su fuerza gravitacional hacia nuestro sistema solar. Al desviar su trayectoria, ocurrió un desastre cósmico sin precedentes, pues el paso errático de este astro estaba en rumbo de colisión contra otro coloso, un planeta llamado Tiamat, conocido como el astro acuoso, formado por océanos en su totalidad y que constaba de once satélites. El mayor de ellos se llamaba Kingu. Tiamat era parte de los ocho planetas que componían el sistema solar.
En los textos sumerios se relata cómo algunos planetas surgieron de otros cuerpos celestes más grandes y más complejos. Se dice que Anshar (Saturno) generó una nube estelar de la que surgieron Urano y Neptuno, “los astros gemelos”. Cuando Nibiru pasó cerca de Anshar, arrancó uno de sus satélites con su campo gravitatorio y lo arrastró hacia afuera del sistema solar, este satélite era conocido como “Gaga” (nuestro actual Plutón). En esta primera incursión de Nibiru en nuestro sistema solar se produjo una colisión entre uno de los satélites de Nibiru contra Tiamat. Después hubo una segunda embestida, dos lunas de Nibiru terminan por agrietar a Tiamat, así es descrito en los textos:

”Tiamat estremeció sus raíces, un rugido poderoso emitió, lanzó un hechizo contra Nibiru y lo envolvió con sus encantos, la suerte entre ellos estaba echada, la batalla era inevitable, se encontraron cara a cara, avanzaban uno contra otro, se acercaban a la batalla entrando en singular combate, el viento maligno cargó contra su vientre, se abrió paso en sus entrañas que aullaban, su cuerpo se dilató, la boca se le abrió. A través de la abertura Nibiru disparó una flecha brillante, un relámpago divino. La flecha le despedazó las entrañas, le hizo pedazos el vientre, le desgarró la matriz, le partió el corazón. Nibiru contempló el cuerpo sin vida”.

Tiamat era ahora un cadáver masacrado. Pero no terminó ahí su castigo, ya que 3600 años después Nibiru regresaba otra vez al sistema solar, para cruzarlo nuevamente entre Marte y Júpiter, así que en esa segunda incursión Nibiru embistió con su masa al ya tocado Tiamat, esta vez partiéndolo en dos porciones. Se dice que la porción de arriba sobrevivió y se convirtió en nuestro actual planeta tierra y la porción de abajo se convirtió en el cinturón de asteroides, el disco circunestelar del sistema solar que se encuentra entre las órbitas de Marte y Júpiter.